Pasaba y.... [Brett]

Estaba por el reino dando un paseo cuando pase por delante de la prisión. Me quede en la puerta, pensando en entrar o no entrar. Visitar a Brett... sería bueno la verdad, hacía bastante tiempo que no nos veíamos ya que había estado encerrada en palacio con padre.
Me decidí a entrar. En cuanto entre todo los guardas me hicieron una reverencia. Les salude con una sonrisa y mire a uno.
- ¿Brett? - pregunte interesada mientras mi sirviente se ponía ha hablar con alguno de ellos.
" Esta por aquí ". Me contesto el guarda al que le pregunte.

El joven comisario se había pasado toda la santa mañana interrogando a unos traidores, los cuales, por descontado, se negaban a decír la verdad. Pero más estúpidos eran para no confesarse. ¿Qué hacer en estos casos? Brett lo tenía muy claro; torturarles hasta que suplicaran que parase, que deseaban una muerte rápida que no pasar por todo ese clavario. El joven Brett terminó con todos sus asuntos mientras que, cuando se dirigía hacia la puerta, le sorprendieron diciéndole que tenía una visita.
- ¿Quién...? - No terminó de explicarse cuando, al dar un paso hacia fuera para asomarse, vio la figura de la mujer que le había robado la razón. - Podéis retiraros, milord. - El guardia acató las órdenes del comisario y, con una sonrisa de par en par, se acercó a la bella dama, haciéndole una cordial reverencia. - Katherine... - La observó con su sonrisa pícara, y se irguió nuevamente. - No esperaba vuestra visita, no es un lugar muy... acorde para una dama. - Le comentó, y con la mano la invitó a pasar dentro de la sala.

Seguía esperando a Brett. Eso no era propio de mi, pero bueno... ya que estaba allí y no tenía nada que hacer, no me vendría mal esperarle viendo como toda la gente que estaba en los calabozos gritaban pidiendo ayuda. Era espectacular.
Seguía esperando cuando le vi aparecer, el cual me izo una reverencia y dibujo una de sus sonrisas en su rostro.
- Ya era hora señor comisario- dije entrando a la sala con superioridad.
- Cualquier lugar oscuro y con maldad es acorde para mi, debéis tenerlo por seguro- dije girándome para mirarle con una sonrisa de costado de las mías. Esas sonrisas que expresaban tanta maldad.

"Ya era hora señor comisario."

El joven moreno escondió una sonrisa mientras dejaba paso a la joven para que entrara, cerrando la puerta segundos después. Adoraba aquella picardía y maldad. Era algo adicto que le aferraba a ella sin que pudiese remediarlo. Tampoco es que quisiera hacerlo. Una sarcástica risa salió de sus sensuales labios. - Oh, olvidaba que vos no sois como las demás señoritas... - Se giró para encararla y acercarse a ella, sin borrar la sonrisa de su rostro. - ¿A qué habeis venido? - Arqueó una ceja, sin apartar la mirada de sus seductores ojos.

Fijándome en la sala, al parecer este chico no sabía lo que era el orden. Alguien debía enseñarle. Tenía todo patas arriba ¿Cómo podía estar entre tanto desorden? Yo no podría ni encontrar mis propias cosas.
Estire un brazo para separarlo de mi.
- Compórtese caballero- dije para después mirarle de arriba abajo con maldad.
- Debería tener esto mas ordenado, quien sabe quien le podría venir hacer una visita, yo misma por ejemplo- le dije dibujando la misma sonrisa de antes para después girarme y fijarme mejor en las cosas.

Brett se cercioró de cómo los ojos de la muchacha se paseaban por la sala, ¿buscaba algo? Alargó la mano para tomarla de la cintura cuando, sin presentirlo, los brazos de la mujer le impulsaron a echarse para atrás. Soltó de nuevo otra carcajada y se inclinó hacia delante, reverenciándola de nuevo. - A sus órdenes mi lady. - Le dijo, sin quitar la burla de su rostro y dirigirse hacia la mesa, allí donde tenía miles de papeles y demás desordenados.
- Hum... puede que no se lo crea, pero así encuentro mejor las cosas, Katherine. - Le explicó, apoyándose sobre la mesa con los brazos cruzados y observándola. - ¿Va a seguir ignorando a mi pregunta?, ¿o está aquí porque de verdad deseaba verme? - La miró a los ojos intrigado. Katherine siempre buscaba o tramaba algo, por encima de cualquiera. Era un misterio de mujer.

¿Qué encontraba mejor las cosas? Vaya misterio de hombre. Yo nunca podía tener nada desordenado, por eso mandaba a mis sirvientas que me ordenaran todo. Si un pendiente no estaba en su sitio, no lograría encontrarlo jamas. Así era yo. Y además no me echaría la culpa a mi misma, sino a los demás.
Al escuchar su pregunta deje de mirar la sala y me gire, quedándome justo en frente de el y mirándole fijamente. Brett me conocía demasiado bien, y sabía que yo nunca iba a los lugares sin un por que.
- ¿Acaso no puede una dama visitar a un viejo amigo?- dije alzando una ceja y sin quitar esa sonrisa que me caracterizaba de mi rostro.

Las miradas de ambos se encontraron. Brett, sin dejar de escrutar el rostro perfecto de la siempre misteriosa dama, empezó a meditar acerca de la no esperada visita de Katherine. Sí, era cierto que hacía días que no se venían y era lo que más deseaba Brett por su parte, pero había querido evitarla durante un tiempo porque los celos no le carcomieran por dentro como siempre. Aun así, no podía remediarlo.
¿Entonces, era cierto que era una visita? La miró fijamente, intentanto descifrarla. Eso podía significar algo... ¿le habría echado de menos? Una instantánea sonrisa se acomodó en sus labios de tan sólo pernsarlo.

Aún así... - Porsupuesto, pero, ¿Katherine McGrath? Mmm, eso es algo más complejo. - Insistió, dejando entrever sus dudas.

Por sus gestos y lo que decía sabía que estaba venga a pensar, en el por que de mi "visita". Odiaba que hiciera eso. ¿No podía confiar en mi?. La verdad es que era difícil. Conociendo mi historial... además, Brett era una de las personas que mas me conocía por ello hacía bien en no confiar. Tampoco me lo iba a tomar como algo personal.
Alce una ceja y me acerque a el, pegando mi cuerpo contra el suyo, posando mi mano en su pecho, empezando a acariciarlo y rozando sus labios pero intentando que no me besara.
- ¿No puede Katherine McGrath echar de menos al señor comisario?- dije sin borrar mi sonrisa.