Visitando los jardines en busca de una antigua "amiga" [Scarlett]

Había vuelto a Inglaterra y quería ver a Scarlett antes de seguir estudiando el comportamiento de los londinenses y todo lo que había cambiado en Inglaterra durante los años que estuve fuera dando mis vueltas por el mundo hoy a diferencia de los demás días que solía llevar la sotana de viaje hoy iba ataviado con mis mejores ropas que le había comprado a un mercader para poderme presentar decentemente ante ella. Llegué a la verja de su jardín y la salté y la esperé sentado en un banco del jardín no la había avisado pero sabia q como siempre hacia daría uno de sus paseos matutinos.

Estaba sentado y de golpe a lo lejos vi la figura de Scarlett moviéndose entre los árboles de los jardines como siempre en su mundo, ajena a todo lo que pasaba en el exterior de su mente, ese comportamiento solía tenerlo solo cuando estaba cansada y estresada y quería liberarse de sus pensamientos la seguí desde lejos todo su recorrido esperando que parara para poder saludarla y hablar con ella de nuevo esperando el reencuentro desde dos años. Dos años…mucho tiempo pero por fin había vuelto y esperaba en su subconsciente que ella saltara a abrazarle de la alegría de volver a verle.

Finalmente se paró y se apoyó en un árbol, yo me apoyé a su lado en el árbol un poco por detrás de ella sin que me escuchara y mantuve silencio hasta el momento en el que decidí que iba a hablar. – Hola preciosa. Estas tan esplendorrosa como siempre – Dijo mirando hacia la fuente que había frente a nosotros. Con mi claro acento alemán denotado por la r palatal que me salia por mucho que yo me propusiera no decirla.

Se mantuvo un momento alejada mirándome perpleja como si sus ojos y su mente no acabaran de entender que fuese yo el que estaba frente a ella mirándola y hablándole. En cierta manera sus dudas eran realmente normales lo mas seguro es que imaginara que seguía dando vueltas alrededor del mundo. A decir verdad si reaccionaba mal no podía culparla porque yo no había hecho nada por ella le había demostrado mi amor en varias declaraciones, si pero a mas no llegaba ya que a la vez que le decía que me gustaba como era y todo eso me acostaba con toda damisela medianamente decente que se me pusiera fácil.

Pese a todas esas cosas por las que no la habría culpado por sacarme de su jardín ella reaccionó de una forma completamente diferente extraña a mi parecer porque lo mas normal hubiese sido el odio y la rabieta de una dama. Ella no, ella saltó a mis brazos y me abrazó cosa que me gustó, ya que aun asumiendo que no iba a ser un buen reencuentro en el fondo deseaba verla y que ella se alegrase de verme. – Si, he vuelto… tenia unas ganas terribles de verte – Dije abrazándola fuerte por la cintura.

Estuvimos abrazados un rato cosa que me encantó y me hizo recordar aquellas veladas con ella en las que no pasaba nada solo abrazos y momentos de charla cuando aun no sabía lo mujeriego que era. Cuando se enteró todo fue a peor ya que se distanciaba y se mostraba reciproca a cualquier muestra de aprecio. Cosa que aunque me la mereciera me enfadaba, yo era así no podría cambiar a menos que se decidiera a estar conmigo, ya que lo que tampoco podía pretender es que si nunca me daba respuestas sobre que iba a pasar con nosotros, no podía pretender que yo estuviera solo todo ese tiempo que ella se decidía.

De golpe se separó y me miró como cuando solía enfadarse porque la cortejaba cuando hacia poco que se había enterado que me había vuelto a acostar con otra mujer. Siendo cierto en estos dos años que había estado sin ella viajando solo me había acostado con dos mujeres y aun siendo tan pocas para lo que yo solía ser no paraba de pensar en ella y casi no podía ni hacer bien lo justo para disfrutar de ese sexo – Si estoy aquí para verte – Dije mirándola - ¿Cómo que monseieur? Y ¿Cómo que quien me ha dado permiso? – Dije mirándola – Soy yo Aldelbert, no tienes porque tratarme así, tu. Pensé que te alegrarías de verme de vuelta.

- No mintáis Scarlett ambos sabemos y notamos en tus palabras que no dices lo que sientes y que lo que intentas decir son solo lo que tu cabeza de damisela te obliga a decir por odio, aunque a decir verdad no se que odio me tenéis… no hice nada para dañaros – En cierto modo no lo había ya que yo no sabia si ella sentía algo por mi y si yo hubiese sabido la verdad quizás no hubiese hecho muchas de las cosas que hice.

- Porque razón me odiáis tanto? Siempre os he tratado como una princesa y os he intentado traer el mismo cielo a vuesas manos.

- ¿Con Rameras? Dilo claramente. Estás celosa. No entiendo tus celos yo te confesé mi amor y tu me lo rechazaste y nunca me dijiste si tu sentías algo por mi. ¿Pero en cambio si tienes la valentía de reprocharme cosas? – Dije mirándola - ¿Has pensado que si me hubieses dicho lo que sentías todas estas cosas no habrían pasado? – Dije mirándola mal pero queriéndola con locura a la vez. – Dime que sientes de una vez por todas.